De juzgado de guardia

Humor legal


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Hace unos días, una amiga me enviaba la noticia que veis en la imagen. No quiero caer en tópicos, pero si la noticia tiene guasa, el hecho de que ocurriera en Sevilla le da un toque más cachondo. 
 
Imaginaos un tipo con acento andaluz, pongamos que alguien como por ejemplo un Bertín, que se presenta en el juzgado. El diálogo pudo haberse desarrollado en los siguientes términos (con ese acentillo del sur tan encantador):


-Buenas tardes nos de Dios. Me llamo Miguel Carmona, vecino de Triana, bético y devoto de la Macarena. Vengo a poner una denuncia contra mi mujer, por trato indigno sobre mi persona.

Que vengo a interponer una denuncia por un tema  muy serio


El funcionario da un respingo sobre su silla. Trato indigno, ni más ni menos. De qué se trataría, intento de asesinato, le habría golpeado, proferido algún insulto, lanzado una copa de vino a su cara…no importaba, el caso es que los delitos de violencia de género despiertan mucha alerta social y había que ponerse a tramitar la denuncia “ipso facto”.


-Cuénteme Ud. caballero.


-Pues bien, la pasada Nochebuena, cuando ya habíamos acostado a los niños y mis cuñados se marcharon a su casa, me acerqué a mi esposa con intenciones…, ya me entiende quillo –acompañando esta última  frase con un guiño de ojo


-¿Con intenciones sexuales? Se refiere- intervino el funcionario.

 

Un caso peliagudo para el tribunal


-Efectivamente, de eso se trataba,  ¡qué fluidez de palabra tenéis los del juzgado! Como estábamos de celebración, y yo ya tenía propósito, me había aseado convenientemente, puesto muda limpia y aderezado con unas gotitas de Pachuli, ¡pero ni con esas! 
 
Yo me insinué con mi actitud más sexy y ella me despachó con un “¡donde vas!, ya te estás volviendo por donde has venido antes de que te meta”


-¿Y es eso todo?- preguntó el funcionario pensando que se trataba de una situación más violenta.

¿Pero viene a poner una denuncia o... a contarme chistes?


-No, no ahí no queda la cosa. Al día siguiente, Navidad, yo lo vuelvo a intentar. Como ya me había aseado a conciencia el día anterior no lo repetí, pero todavía tenía la muda limpia y restos de olor a pachuli. ¡Vamos! , que seguía resultado atractivo. De nuevo rechazó mis insinuaciones.


En esos momentos, el funcionario ya comenzaba a esbozar una sonrisilla casi imposible de esconder, tratando de imaginar cuantas insinuaciones más le quedaban por escuchar.


-Pero no acaba aquí el tema –continuó el hombre–. Cansado ya de sutilezas que no llevaban a buen puerto, porque mi Mari es un poco bruta y a veces no pilla las indirectas, sabe Ud., al día siguiente, mientras estaba delante del fregadero, me acerco sigilosamente por detrás y le agarro sus domingas con energía,  pero ni corta ni perezosa, me coge las manos con los guantes llenos de espuma del Fairy, y me las aparta violentamente mientras profería exabruptos que sólo voy a repetir, si son imprescindibles para instruir la causa.

Esta caso va a triunfar en el juzgado


El pobre funcionario ya no puede disimular la risa y coge unos folios para  taparse la boca y recobrar la compostura.
 
 – No, no se preocupe, ya me hago cargo, no es necesario que los repita. Veo que la suya es una mujer aguerrida.


-Al día siguiente, como yo tenía un calentón de unos cuantos días, seguí intentándolo. Me contuve mientras estaba fregando, no fuera a ser que el olor a detergente le quitara la libido y esperé a tenerla sentadita en el sofá. Yo fui poco a poco deslizando mi mano y cuando ya había entrado por debajo de su falda hasta los nudillos, me suelta un manotazo “¿pero no ves que estoy viendo Acacias 38? Déjame tranquila que pierdo el hilo”


-El funcionario ya no sabe dónde meterse y con la excusa de coger unos sellos  se ausenta unos minutos. Cuando cree que ya puede contenerse, vuelve de nuevo.


-Perfecto caballero, algo más que añadir – pregunta con esperanza de que no lo haya.

En lugar de una comisaría parecía el club de la comedia


-Pues claro “mi arma”. 
 
-Esto me pasa a mi por preguntar- susurró el funcionario.
 
Ayer por la noche, cansado de tanto rechazo y más caliente que las puertas del infierno, al acostarnos se lo digo sin tapujos “Cariño, que hace mucho que no hacemos el amor y yo ya tengo unas poquitas de ganas” y ella me sale con “no seas pesado. Además, hoy son los santos inocentes, ¡ya se te podía pegar algo de inocencia y dejar de estar siempre tan salido”. 
 
Y ya ve Ud. caballero, hoy he salido de casa con 2 propósitos, poner esta denuncia y pasarme por la calle Sierpes a ver si desahogo este calentón que me nubla hasta la vista.


-Bien, como veo que ya está todo –dijo el funcionario aliviado - Firme la denuncia y aquí tiene su copia –eso fue todo lo que pudo responder intentando no troncharse de risa.

Alguacil, lea la denuncia con la seriedad que se merece el jurado


Y aunque este diálogo no puede decirse que sea fidedigno, bien podía haberse desarrollado por estos derroteros. No me imagino yo al juez y al fiscal, hombres serios, con su toga y su vocabulario jurídico leyendo la denuncia. Una pena que la desestimaran, porque grandiosos momentos de cachondeo nos hubiera dado este juicio. 

Un amigo mío dice que él va a presentar una denuncia igual.


-Pero si tú eres soltero –Le respondo extrañado.


-Claro, ahí está la gracia, en poner al Estado como responsable civil subsidiario. Lo mismo me pagan una visita al puti o me ponen una guapa funcionaria con la que consumar.


-Si, si, vete eligiendo ministra.


 
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