ZENDA: El ritual

El ritual de Don Julián

ritual, rito, costumbre, religión




El reloj del salón acababa de dar las campanadas de las 11, la hora indicada para que Julián comenzara su ritual de cada noche. Apagó la televisión y caminó hasta el baño. Cepilló sus dientes, tanto los naturales como los de porcelana, que depositó dentro de un vaso. Finalmente se atusó el poco pelo que le quedaba con la esperanza de que a la mañana siguiente estuviera donde lo colocó.

En la cocina continuó su rito tomándose la pastilla para dormir, abrió el frigorífico, buscó el frasquito de colirio y se echó 2 gotas en cada ojo. Apagó la luz y anduvo a tientas por el pasillo hacia el dormitorio. Alcanzando la foto de boda de la mesilla, besó a Carmina y después de dejar el retrato con delicadeza, dio cuerda al despertador. 

Caminó hacia el otro lado de la cama, el suyo, se sentó sobre el colchón y con el peso de los años a cuestas, levantó las piernas y girando todo el cuerpo se acostó arropándose bien con la manta ruana que su mujer tejió años atrás un agosto que no pudieron moverse de casa por una caída tonta.

Cerró los ojos y repasó mentalmente sus oraciones, la religión siempre estuvo muy presente en su vida. Antes rezaba de rodillas, como le enseñó su madre, pero la artrosis hizo que cambiara de costumbre hacía ya unas décadas. Una vez finalizado el último Ave María, repitió su frase de antes de conciliar el sueño: “un día más, un día menos, Carmina”.


Diario de una cuarentena



Diario de una cuarentena
humor, gracia, confinamiento, pandemia, toque de queda




No sé si habréis leído bien el título, es cuarentena, no cuarentona. Si  os interesa el diario de una cuarentona, mejor que vayáis al de Bridget Jones, que aunque era treintañera, ¿no dicen que ahora los cuarenta son los nuevos treinta?
 

Cuarentena y confinamiento...esto promete


Tampoco tiene nada que ver con la serie de TVE del mismo título. Esta es la cuarentena en versión elpedrete.

Día 0: nuestro presi del gobierno nos dice nos quedemos en casita confinados. Si en ese momento estás en casa de la suegra, ya puedes salir corriendo mientras puedas. En mi empresa me dicen que a teletrabajar se ha dicho.

Día 1: teletrabajo desde casa, ¡yupi! Eso es con lo que llevábamos soñando hacía mucho tiempo. Me levanto, me aseo, me visto, desayuno…como un lunes normal. Como no tengo que desplazarme, en lugar de a las 8, me pongo delante del ordenador a las 7.25.

A la hora habitual del café, nos reunimos la cuadrilla por el “Whatsapp” interno y nos contamos lo bien que estamos todos y lo formales que están los niños haciendo los deberes.

Llega la hora de comer. ¡Caramba! Como nunca lo hago en casa no había pensado en ese pequeño detalle. No importa, soy un hombre de recursos, no demasiados, pero suficientes para alguien poco sibarita.
 

¡Qué bonito teletrabajar durante la pandemia!, el tiempo de los desplazamientos...también trabajando


Día 2: repetimos rutina del día anterior. Me ducho, afeito y visto como si fuera a salir de casa. No es que sea un hombre presumido, pero el que no me vaya a juntar con nadie, no es excusa para abandonarme. El grupo de café sigue con la moral bien alta.

Son las 19.40, ya llevo trabajando un porrón de tiempo de más, pero como no ha habido ningún compañero que se haya marchado de la “oficina”, ni me enteré.

Día 3: empiezo a notar algún inconveniente al trabajar en casa. En la oficina tengo una pantalla y ahora me tengo que conformar con la del portátil. Me estoy dejando la vista. Hablo con un compañero y me dice que él está igual y que a veces se conecta a la tele. 
 
Busco un cable HDMI y hago lo propio, pero claro, esos cables no están pensados para eso y como no es muy largo estoy tan cerca, que para verlo todo, tengo que estar como un espectador de tenis. Eso sí, cuando te alejas, ves los gráficos de maravilla.

Día 4: Sólo tengo que elegir entre dejarme la vista en la pantalla de 15” del portátil o en la de 32” de la tele, así que voy cambiando y además así ando un poco, unos 5 metros del despacho al salón y vuelta. 
 
Eso no estaría mal, si por el medio no estuviera la cocina. El balance calórico no es nada positivo, bueno, mejor expresado diría que no es nada conveniente, que positivo lo es. 
 
Creo que voy a seguir las recomendaciones del ministerio de sanidad y usar mascarilla dentro de casa, no sirve para el virus, pero sí para no comer tanto. Si no fuese porque tengo que teclear, me pondría también los guantes del horno, que dificulta cortar jamón.

Día 5: ya es viernes y yo sin ningún plan…bueno, ni se va a notar. Descubro que los 3 niños del vecino de arriba están en casa. 
 
Pensé que se los habrían llevado con los abuelos, porque estos niños son muy chillones y no los había oído hasta entonces, pero no, no cayó esa breva. Hoy toca olimpiadas por el pasillo; carreras, salto de longitud, lanzamiento de hermano pequeño…
 

Aprovechando la reclusión para entrenar las olimpiadas de 2020


Día 6: es sábado y parece que la basura ya empieza a oler. Aprovecho que la bajo para ir al Mercadona de la esquina. Me cruzo con un vecino y nos hablamos a gritos en la distancia, tiene cara de enfermizo y no me la juego. 
 
Por la calle todos nos miramos con desconfianza, como si supiéramos que estamos haciendo algo malo. Ahora que tengo más tiempo pienso que es buen momento para aprovechar mis cursos de cocina, así que me escribo los ingredientes de una receta super sana. 
 
Voy escogiendo los distintos ingredientes, pero… se ha agotado la leche de coco. Pero como se puede haber acabado, ¡si hay incluso montones de papel higiénico! Sin leche de coco, ya no me hacen falta el resto de los ingredientes, así que hago el camino de vuelta devolviéndolos a sus estantes. 
 
Por megafonía, una voz repite con serenidad que no es necesario acaparar, que no van a existir problemas de desabastecimiento. Esto se ve que no lo escucharon los amantes de la leche de coco. Al menos pude comprar algo, no sin esfuerzo, que abrir las bolsitas con guantes lleva un rato.

Vuelvo a casa y siguiendo las instrucciones de la tele, desinfecto todos los envases con Fairy, que lejía no tengo. Me hubiera venido bien un túnel de lavado a la entrada para desinfectarme entero. Incluso froto los tomates que no debí aclarar bien porque la ensalada me supo más aliñada con jabón que con aceite.
 

Aceite, sal...y desinfectante, el nuevo aliño de la pandemia


Día 7: es domingo, qué mejor plan que pasar el aspirador y comenzar un libro de esos que tal y como compré se quedó en la estantería, que por cierto, la tengo muy bonita, ideal como fondo de videoconferencia.

Día 8: a por la segunda semana. Volvemos al trabajo. Aprovechando que no me ve nadie, ¿qué tal si me preparo un vermut?. Más que nada, para dar salida al tarro de aceitunas de Navidad. 
 
En mi empresa, todos los años en la cesta de Navidad nos incluyen aceitunas. Pero no se trata de botecitos de esos de uso “individual” sino que es un tarro de los grandes. Me alegra saber que este año le doy salida. 
 
Gran idea, los gráficos que hago hoy me parecen más logrados de color y aunque me mareo un poco, imagino que es por el efecto “partido de tenis” antes comentado.

Día 9: drama total, se me acaba el café en grano que me gusta y empiezo el de marca blanca que compré el sábado. Ni con doble de azúcar sabe bien.

Hoy me planteo la necesidad de vestirme de calle a diario.

Día 10: duchado y afeitado como cada día, pero en lugar de chinos, camisa y jersey, me quedo con la ropa de estar en casa; camiseta y chándal. Pero ¿quién ha dicho que no se puede estar elegante con ropa de deporte? A ver si nunca habéis visto una señora repeinada y maquillada con chándal y tacones. 
 
Si es tío y no parece que vaya de camino al gimnasio, eso es que es camello.

Día 11: la idea de trabajar con la ropa de estar en casa parece muy buena. Tengo una chaqueta decente a mano para ponérmela en caso de videoconferencia.
 

Este toque de queda va a aruinar mi glamour


Día 13: Vuelve a escasear la comida. Tendré que pensar en ir a super de nuevo. Hace tanto que no salgo que estoy nervioso ¡no sé qué ponerme! Parezco una adolescente eligiendo vestido para su graduación.

Día 15: Salgo al super. Como heredé de mi abuelo la manía de arrancar el coche de vez en cuando, no se quede sin batería, decido ir hasta el Carrefour de las afueras. No sé si es que tanto tiempo en zapatillas extraño los zapatos o son los días que llevo sin conducir, que parece que los pedales del coche no van igual. Aún así, salgo del garaje y llego a mi destino sin contratiempos.

Mis compañeras de café dicen que van a comprar con mascarilla. Si ellas, mujeres con glamour a raudales se la ponen, pues yo tengo menos que perder. 
 
Tampoco encuentro mejor ocasión para estrenarla, así que ese día, el único riesgo que corrí fue pasar por el lineal de los chocolates…y vaya si caí en la tentación. Dicen que el chocolate es sustituto del sexo, no estoy yo tan seguro, ¡debería llevar mucho más tiempo consumiéndolo!
 

Del virus no sé si me contagiaré...pero de las ganas de comer chocolate si lo veo, fijo que sí


Aprovecho para lanzar una advertencia. Dicen que ha habido personas que salieron a comprar con mascarillas y al regresar a casa y quitárselas, descubrieron que volvieron con otra que no era su pareja.
 
¡Qué morbo!, es como ligar en el carnaval de Venecia, donde te imaginas que quien está detrás de la máscara es un bellezón… ¿o eso sólo pasa en las pelis?

Día 16: la empresa nos envía un correo diciendo que nos aprecia mucho pero que, hasta nuevo aviso, “por aquí no queremos ni vERTE”.

Día 17: el que no tenga que teletrabajar no quiere decir que cambie los hábitos, pero quizás ya no sea necesario que me afeite todos los días.

Día 19: el despertador sigue sonando a la misma hora que antes, sólo que yo lo ignoro durante un buen rato. Como ya no me afeito todos los días gano unos minutos. Pienso que quizás tampoco sea necesario ducharse todos ellos.

Día 20: empiezo a hablarle a las paredes, pero dicen por la radio que dadas las circunstancias eso no es grave a menos que te contesten. Lo que no me queda claro es si entonces tengo que llamar al psiquiatra o al albañil.

Día 21: mi casa tiene orientación este, la mejor, según la de la inmobiliaria que me la vendió. El caso es que normalmente salgo de noche y cuando llego, o vuelve a ser de noche o la luz es más tenue. Todos estos días, viendo amanecer, me he dado cuenta de lo sucios que están los cristales. 
 
Me he resistido durante algún tiempo, que tenemos una primavera muy lluviosa, pero no encuentro un plan más excitante para una tarde de domingo.
 

Planazo para el confinamiento...limpiar los cristales


Día 25: salta la noticia de que Turquía nos ha bloqueado una partida de respiradores. Las redes sociales arden en favor de un boicot. Si ellos no nos los mandan urgentemente, responderemos no enviando más calvos.

Día 26: cada día, después de comer aprovecho para verme una peli de las muchas que tengo descargadas. En principio no sé cuál va a ser, porque en cada CD tengo grabadas varias. 
 
Hoy me ha tocado Marabunta”. Si, es esa en la que los protagonistas se encierran en su hacienda del Amazonas porque hay unos bichitos fuera que se los quieren comer. 
 
Caramba, ya es casualidad. En nuestro caso en vez de hormigas es un virus, y al mando no tenemos a Charlton Heston sino a Pedro Sanchez. No sé yo si acabaremos tan bien como en el cine. Como mañana me toque “WWZ” (invasión de zombies) creo me voy a deprimir.

Día 27: se comienza a hablar de cómo será cuando salgamos a la calle de nuevo, que si con guantes, mascarilla y envadurnados con hidrogel, pero el gobierno no sabe cómo hacérnoslas llegar. Yo sugeriría el mismo método que emplean para que en todas las elecciones nos llegue sin falta la propaganda electoral.

Día 28: Domingo de Resurrección, pero las órdenes son las órdenes.

 

Día 30: los ánimos de la población se van caldeando, nunca algo venido de China nos había durado tanto. La plebe quiere respuestas y exige al gobierno que aclare si vamos a poder ir a la playa este verano. Si es que no, pues pasamos de la operación bikini.

Día 32: a estas alturas de la pandemia, tengo tantos Whatsapps relacionados con el virus, que cuando me llaman, el móvil en lugar de sonar, tose.

Día 36: ya son muchos días de encierro y sin ir a la peluquería. En mi barrio han pedido que el camión que desinfecta las calles pase fumigando tinte. Han convocado a las rubias a las 11 y a las morenas una hora más tarde. 
 

Raices profundas..., más que una peli parece la melena de alguna


Día 38: parece ser que los niños podrán salir de casa, pero entendimos mal el comunicado de las autoridades. Pensamos que podrían salir un día al campo, pero en realidad anunciaron que podrían ir al Día% y Alcampo. ¡La plebe, que es muy torpe! Al menos esperemos que no ocurra lo de la foto.







Día 39: de sabios es rectificar y extrañamente nuestro gobierno lo hace, los niños podrán salir a caminar. Los muy cabrones se han hecho con el poder. Si les amenazas que no hay consola si no se comen las verduras ellos contraatacan con dejarnos sin paseo. 
 
Primero fue el perro y ahora los hijos los que se nos suben a las barbas.








Día 40: al principio de la cuarentena algunos se preguntaban por ese nombre si sólo íbamos a estar 15 días confinados. ¿ya estáis contentos, gilipollas?
 

Cuarentena de 15 días...pues no me cuadran los números


Día 42: los niños salen de casa como si fueran los sanfermines. Se dan algunas escenas poco recomendables. Los que no tienen niños que pasear amenazan a los padres:” como no podamos salir nosotros por culpa de vuestros hijos, agarramos un megáfono y vamos cantando quién es el ratoncito Pérez y los Reyes Magos”
 
Esto es el mundo al revés, ¿desde cuándo los que tienen prole salen de casa y los solteros recluidos?

Día 44: el gobierno anuncia que a partir del 2 de mayo podremos salir a hacer deporte. Oye Pedro, no sería mejor adelantarlo al 1… ¡y así vamos todos a la manifa!, que la del 8M nos supo a poco.

Dia 45: nos explican lo de las fases y no lo entiende ni el que lo inventó. Pero si cada año nos tienen que explicar cómo funcionan las campanadas de año nuevo, ¿cómo esperan que entendamos esto? 
 

Hay que tener estudios para entender la desescalada del confinamiento

 
Lo único que queda claro es que volver a juntarse en el bar serán los nuevos encuentros en la tercera fase. Eso sí, como el aforo se reducirá bastante, sólo podrán entrar los profesionales, los que se vayan a pedir una 0,0, que ni lo intenten. 
 
Y si aún reduciendo el aforo se consigue ligar, recuerda que si la chica te pregunta si llevas protección, no se refiere al preservativo sino a guantes y mascarilla.

Hay incluso quién dice que, dentro de muchos años, explicar las fases de desescalamiento será pregunta de oposición a abogado del Estado.

Día 47: estoy viendo videos de cómo cortarse el pelo a uno mismo… ¡parece sencillo!

CONTINUARÁ…¡NO POR DIOS!




 
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